México y Suiza acordaron el establecimiento de relaciones oficiales en 1827, inaugurando Suiza en septiembre de ese año su primer Consulado en México, que convirtió en Consulado General en 1847. En 1832 México y Suiza firmaron un Tratado de Amistad y Comercio, y México estableció su primera representación consular en Basilea. Fue hasta diciembre de 1945 que ambos países establecieron relaciones diplomáticas. En 1946 se estableció la primera Legación mexicana en Berna que fue elevada a rango de Embajada en 1958.

Durante mucho tiempo, la relación bilateral estuvo limitada en buena medida por la política de neutralidad suiza y su ausencia de los principales foros internacionales, situación que se ha modificado en la medida en que se han desarrollado las relaciones de comercio y de inversión, gracias a la creciente presencia de grandes empresas suizas en México y más recientemente de empresas mexicanas en Suiza. La continúa participación a alto nivel de México en las reuniones del Foro Económico Mundial de Davos desde 1990, han contribuido a impulsar los vínculos bilaterales en una amplia gama de sectores y temas.

El intercambio comercial fue muy reducido hasta 1950, año en que se firmó un Acuerdo Comercial que se prorrogó cada dos años hasta que en noviembre del 2000 se suscribió el Tratado de Libre Comercio entre México y los países de la Asociación Europea de Libre Comercio, que entró en vigor el 1º de julio de 2001. Otro instrumento bilateral importante es el Convenio para Evitar la Doble Tributación de 1993, recientemente modificado a la luz del cambio de la legislación suiza en materia de Secreto Bancario. El nuevo tratado entró en vigor en diciembre de 2010 con aplicación a partir del 1 de enero de 2011.

En los últimos años, las relaciones entre México y Suiza han mantenido una expansión constante en los ámbitos político, económico, cultural, de cooperación judicial y de intercambios educativos, así como a nivel de consultas en foros multilaterales. Las relaciones económicas bilaterales están en un proceso de profundización; y se cuenta con un andamiaje jurídico que posibilita una mayor integración. Resulta primordial seguir impulsando el aprovechamiento cabal del Acuerdo de Libre Comercio y, en una siguiente etapa, llegar a concertar un Acuerdo de Cooperación global, que permitiría capitalizar las posibilidades de complementación tecnológica, de cooperación y de acceso a ambos mercados.