Cartas del Embajador

"AZCAPOTZALCO SIN TIEMPO"

 Alberto Barranco Chavarría

Ahí, justo en el atrio del viejo convento dieguino hoy parroquia, se libró la última batalla por la independencia de México. Frente a frente los coroneles insurgente Anastasio Bustamante y realista Manuel De la Concha. El Cuerpo de Cazadores de la Reina con los batallones Murcia y Castilla contra los Cuerpos de Querétaro, Celaya y Guadalajara. Ahí, en Azcapotzalco, se mantienen vivas añejas tradiciones. En su capilla del Señor de Nextengo se filmó la película “Alla en el rancho grande”. A su paseo de los ahuehuetes sembrados en tributo a Moctezuma Ilhuicamina, llegaba don Porfirio a meditar las grandes decisiones. El dictador le regaló al barrio chintololo la avenida Centenario, justo en 1910, a 100 años del inicio de la gesta. Y si en San Juan Tlilhuaca aún quedan brujos, en los cascos de las haciendas de Claveria, Careaga, Vallejo, está viva la historia. Y el paisaje, nítido, en el pincel de Juan O’Gorman está en la biblioteca Fray Bartolomé de las Casas. Y la belleza de la Casa de la Cultura, antes la delegación política. Y el quiosco del Jardín Hidalgo aún huele a serenata. Y la cafetería en honor a Tin Tan, y el museo de las 5 mil máscaras, todas bailadas en la tradición. Y el restaurante El Bajío. Barrio mágico con sabor a provincia y olor a Glostora líquida.