Cartas del Embajador
"COLONIA DEL VALLE"
Alberto Barranco Chavarría
Con epicentro en el Escudo de Armas labrado en la piedra que hacía fachada de la casona-museo del cronista Artemio De Valle-Arizpe, pavorreal al calce: “El que más vale no vale tanto como vale Valle”, cuyo brillo le cambió el nombre de la calle, de Ajusco a Valle-Arizpe, la colonia del Valle cobija el estadio de cientos de personajes: De Luis G. Basurto, el hombre que cobijó en un cabaretucho una noche de fin de año en su inolvidable obra teatral “Cada quien su vida”, al general Samuel Santos, padre del cacique de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos, quien decía que “moral es el árbol que da moras”. La raíz hay que ubicarla en la Hacienda de San Borja que en los siglos XVI, XVII y parte del XVIII producía alimentos para todos los conventos de la rama y aún para proveer a la Nueva España. Fraccionada, a la expulsión de la orden, nacerían haciendas como Santa Rita, cuyas tierras las absorbió la Compañía Colonia del Valle. La traza la marcó el ingeniero Guilebaldo Cardona. Los terrenos eran inmensos, dada su doble vocación de huerta y casa solariega: Dos mil 500 metros cuadrados. Las casonas que la volvieron símbolo se empezaron en 1920 al urbanizarse Insurgentes Sur profundo. Algunas calles cobijan historias, así las de los filántropos Adolfo Pietro, Luz Saviñón, Félix Cuevas, Ángel Urraza. En el recuento esta la casa de Mayorazgo donde vivió Enrique Alonso, el “Cachirulo” de la página de oro, amor invencible de la Gatita Blanca, María Conesa. Ahí está la huella del genial Luis Buñuel; el kiosko francés del parque Mariscal Sucre; la colosal fuente de la Plaza California; la iglesia de la Purísima Concepción de María, hace algunos años set para la película “Romeo y Julieta”. La colonia Del Valle en la añoranza de las posadas en la calle y los muchos espacios culturales.