Cartas del Embajador
"HOTEL REGIS"
Alberto Barranco Chavarría
Viñeta habitual del entorno de avenida Juárez, de aquello que solo se mantuvo doblado, pero no vencido el reloj Haste con el testimonio invencible sus manecillas: 7:19. En los estragos de la batalla contra la furia caía el Hotel Regís, sus baños de vapor ahítos de restañar heridas de la resaca. Ahí llevaba Marina Ahedo, alias Graciela Olmos, alias La Bandida, a sus guerreras nocturnas. Ahí, acariciando su revólver de cachas de carey, Pedro Armendáriz le juró al bañero darse un tiro si se confirmaba que tenía cáncer. Ahí, en la farmacia-cafetería, se hacía grande la tertulia de los cineastas.
Ahí se gestó el nacimiento del Sindicato de Trabajadores Cinematográficos al margen de la CTM, liderado por Mario Moreno, “Cantinflas”, Jorge Negrete y Gabriel Figueroa. Ahí llegó la luna de miel entre Frank Sinatra y Eva Gardner. Ahí se encontró Agustín Lara con María Félix. Ahí estaba el cabaret Capri, donde de la voz engolada del locutor se podía bailar al compás de las estrellas. Ahí estaba, íntegro, intacto, el México de los 40, 50 y 60. Se fue el Hotel Regis, donde nació el primer sitio de taxis donde creció el glamour, como se fueron la Copa de Leche con sus meseras de moño blanco en la cabeza; el edificio Nuevo León de la Unidad Habitacional Nonoalco Tlatelolco, el Hotel Alameda, el Del Prado y media ciudad. Los miles de muertos del 19 de septiembre de 1985 están aún clavados en las llagas.