Cartas del Embajador

"CASA DE ESTUDIANTES"

 Alberto Barranco Chavarría

 

Detrás de sus paredes viejas, artríticas, se compuso la Canción Mixteca, en la nostalgia por la tierra oaxaqueña; ahí llegarían en su época de libros, hambres y soledad, personajes como José Vasconcelos. Emilio Portes Gil, y aún extranjeros como Fidel Castro y Tina Modotti encontraron refugio en la casona del barrio del Carmen, fundada en 1910 a instancias del ministro de Hacienda y jefe de los científicos porfiristas, José Ives Limantour. El abrigo para jóvenes del interior de la república en busca de “ser alguien”, biblioteca, gimnasio, salones y cuartos para 250, a cuyo trajín salían las serenatas, las mojigangas del carnaval, las procesiones religiosas. En los ecos están los atoles champurrados del mercado “Abelardo L. Rodríguez”, las “guajolotas”, los tacos de carnitas de “El Taquito”, los volados con el merenguero… De aquello que fue, sólo quedan hoy girones, por más que aún hay espacio para la ilusión de hacer la América desde la capital. Para los muchachos de papi rico había cuartos para caballero solo y decente: ropero, buró, cama de latón, silla y mesa. Para la mayoría cuartos inmensos de camastros alineados a veces separados por una hoja de triplay. Cuando alguien tosía el temblor era general. Y si había alguna emergencia había que palpar en la oscuridad el foco de cordel… en cuyo cable se enredaba el papel matamoscas. Algunos gobiernos estatales pusieron casas para los paisanos, algunas con murales de episodios locales. La Casa Nacional del Estudiante y todas las que se repartían en el viejo barrio estudiantil.