Cartas del Embajador

"TERRIBLES CÁRCEL DE BELÉN"

 Alberto Barranco Chavarría

 

Horadadas sus paredes al intenso cañoneo entre la Ciudadela y el Palacio Nacional al fragor de la Decena Trágica, de la Cárcel de Belén escaparía Higinio Granda, el español que integraría la terrible banda del automóvil gris que robaba mansiones a pretexto de buscar armas. Ahí se fusiló a Jesús Negrete, conocido como “El Tigre de Santa Julia”. Ahí estuvieron recluidos los periodistas molestos al dictador Porfirio Díaz, es decir Filomeno Mata, los hermanos Flores Magón, Jesús Urieta…  Ahí se mataba a puñaladas por un espacio en un mugriento petate de una vara y media de alto y una de ancho. Ahí la droga era el barniz para muebles. Antes de cárcel, el terreno de Arcos de Belén y Balderas lo ocupó un recogimiento para mujeres solas conocido como “Belén de las Mochas”. La vida se vivía entre flagelaciones, oración y penitencias. Algunas se suicidaban. En ese lugar se recluyó por ayudar a la causa insurgente a Leona Vicario, quien fuera rescatada por la Orden de Los Guadalupes. En su última cita con la historia en este lugar surgiría el Centro Escolar Revolución, la primera escuela de corte socialista en el país. Un monumental coso con espacio para alberca, gimnasio, biblioteca, auditorio y bellísimos murales de corte revolucionario, que vio caer sin rasguño las torres de Televisa en aquel 19 de septiembre de 1985.