Cartas del Embajador

"MISIONES CULTURALES"

 Alberto Barranco Chavarría

 

A veces es una descolorida vitrina; a veces una repisa cacariza adherida milagrosamente a la pared de adobe, el paño deshilachado de franela cobijando a la reliquia guardada por décadas. Es La Ilíada, La Odisea, La amada inmóvil, La guerra y la paz. El regalito del supremo gobierno que remontó la sierra. La curiosidad que obligó a aprender a juntar las letras. La revolución de los libros que volvió imprenta a la Secretaría de Educación Pública en 1923. La gran aventura de las “Misiones Culturales” que caminaron del obregonismo al cardenismo con José Vasconcelos como guía. La cruzada contra la ignorancia decía el discurso, cuya semilla se plantó en Zacualtipán, Hidalgo, tierra de zapateros. Desde el despiojadero hasta la cartilla de alfabetización, pasando por cursillos de nutrición, oficios, agricultura y economía doméstica. Los nuevos predicadores congregaban a la comunidad en la danza regional, el canto y a veces la pintura. De Roberto Montenegro a Diego Rivera como instructores, en la página del muralismo nacionalista. El otro capítulo frente al México bronco. La embestida por la cultura.