Cartas del Embajador

"LEGENDARIO CAFÉ LA BLANCA"

 Alberto Barranco Chavarría

 

Crisol de recuerdos, tabernáculo de anécdotas, estampa invencible, el Café La Blanca pareciera intacto 104 años después. El rito sagrado de la leche hirviendo a la que baña el café con freno hasta que el cuerpo aguante. Los tamales de nata. Las barras en ovalo con asiento a perpetuidad de empleados públicos, comerciantes y trabajadores bancarios. Los ventanales de cara a la historia: ahí, en Cinco de Mayo 40, pasó en 1925 el carruaje, arrastrado por caballos de crestas negras y penachos, con los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, con proa a la Columna de la Independencia. La tradición, ya comida de aniversario del comercio del centro; ya desayuno en honor a la abuelita de 90 años; ya el reencuentro con los compañeros de generación, o el inicio del paseo dominical, la inauguró el 10 de septiembre de 1915 el migrante español Higinio Gutiérrez Peláez como “La Blanca Asturiana” en el homenaje a la tierra. El mejor café de Veracruz gritaba el orgullo, por más que la leche era de establo propio. Ahí, en la vieja calle Alcaicería, estaba el Hotel Comonfort, cuyo encanto languideció a la muerte de su dueño, Jorge Carmona Murguía, Marques de San Basilio, herido por una pluma fuente tras herir a su vez el orgullo de un empleado de mensajería. Ahí se detenían los presidentes de la República en camino al besamanos del Palacio Nacional en segundo acto del informe de gobierno. Ahí se detuvo la memoria de tres, cuatro, cinco generaciones. Se reciben suspiros.

 

Foto: Red Es Poder.