Crónicas de Roma a México

"SAN MARCELO EN VÍA DEL CORSO"

 Alberto Barranco Chavarría

 

La imagen, vuelta millones en la magia de la televisión, colocaba en el centro de la esperanza el rostro angustiado del papa Francisco, cuya espalda parecía cargar mil cruces hacia mil Gólgotas y el Cristo negro, crucificado ahora por la pandemia. Noche de lluvia. Noche de silencio expectante. Noche de soledad inaudita en la Plaza de San Pedro del Vaticano. La noche de la plegaria el 15 de marzo pasado. El crucifijo que, llevado en andas por el sufrimiento, libró a Roma de una epidemia de peste el 1522. El que salió ileso de un incendio que destruyó la iglesia que le daba cobijo. Reconstruida la fachada cóncava del templo fundado por el papa Marcelo I –en cuyo honor se puso su nombre– a él llegaría en solitaria peregrinación el papa para orar y reclamar la presencia de la imagen esculpida en madera. A su regreso a casa, el Cristo negro se volvió símbolo de la fe en búsqueda febril de la derrota total del terrible virus. La oración contra el covid-19 lleva impresa la figura del nazareno en la cruz.