Cartas del Embajador

"HORNACINAS ETERNAS"

 Alberto Barranco Chavarría

 

Atrapados en el vértigo de la urbe con estación en el yo-pa-rriba-volteo-muy-poco se queda inédita la belleza de los altares labrados en las esquinas de casonas virreinales coronados por una alegoría o un solo santo y, a veces, escoltadas por ángeles o querubines. Las hornacinas en función superior al simple nicho. La cantera bordada sobre la chiluca o el tezontle. Cada una cobija una historia, la protección de la mansión, espada flamígera en ristre de san Miguel Arcángel, el agradecimiento al favor con perfil de milagro. La ola se concentra en el Centro Histórico, con rescoldos en Coyoacán y San Ángel. El testimonio permanente del horror por los crímenes del celoso don Juan Manuel de Solórzano: -Dichoso vuesarsé que sabe la hora en que va a morir. La mano del capitán Juan Chavarría sosteniendo la custodia rescatada al fragor del terrible incendio de la Iglesia de San Agustín. El velo protector de la Virgen de los Remedios, la “capitana” del ejército realista en la guerra por la independencia, pero también la protectora de la Ciudad de México en época de catástrofes naturales. La sensibilidad de arquitectos como Pedro de Arrieta, Jerónimo de Balbás o Lorenzo Rodríguez llevó las hornacinas a los templos en estampas de armonía inaudita.

 

Arte en las alturas.

Foto: Flick.