CÚPULA DE SAN PEDRO

 

Referencia indivisible de la ciudad de Roma: su vista desde las colinas, su ropaje nocturno, su encuentro desde el ojo de una añosa cerradura, la cúpula de la Basílica de San Pedro siempre ofrece un detalle nuevo aun al visitante más asiduo. Así, de pronto la vista desde el atrio del templo se detiene en el detalle del decorado con mosaicos, cuya tarea se agotó en tres lustros…y dos papas. Iniciadas las obras por el pontífice Clemente VIII se terminaron con Pablo V, en la difícil tarea de conciliar el acabado con la estructura de la bóveda diseñada por Miguel Angel, entre el riesgo de trabajar a 100 metros de altura.

 

El trabajo se le encomendó al pintor Giuseppe Cesari, conocido como Cavalier o Arpino, uno de cuyos alumnos sería el famoso artista Caravaggio.

 

La decoración exhibe en su base a 16 obispos y patriarcas. En el nivel siguiente aparecen Cristo, la virgen María, san Juan Bautista y los 12 apóstoles. Hacia arriba se distinguen cuatro órdenes de ángeles, incluidos serafines y querubines, éstos con rostro dorado y simulando volar. Los 42 metros de la cúpula los rodea un círculo azul cuajado de estrellas abrazando una linterna en cuya base se encuentra Dios Padre.

 

El esplendor que pareciera oculto.