Cartas del Embajador: Mariano Otero, derecho y dignidad

 

Cartas del Embajador: Mariano Otero, derecho y dignidad Además de las jaculatorias a san Zacarías, el clamor desgranaba versitos como estos: “Santo Dios / Santa Fuente / Santo Inmortal / líbranos Señor / de la peste y de todo mal”. En agosto de 1850 la epidemia había atacado a 16 mil 506, elevando los cortejos fúnebres a 7 mil 200. Se prohíbe la venta de verduras, hierbas, carne de cerdo, pescado y panes: quesadillas y tamales preparados con manteca. El obituario del diario Siglo XIX tenía el nombre de uno de sus colaboradores estrella: Mariano Otero, al que abofeteó, a pleno Teatro Principal, la ira del embajador francés, Barón Alley de Ciprey, por defender la dignidad del país frente a sus improperios en reclamo de la mordida de un perro a uno de sus caballos en el balneario “Las Delicias”, ubicado en el barrio de Nuevo México. La imagen estelar, junto a Ignacio Luis Vallarta y Manuel Crescencio Rejón, como padres del derecho de amparo. Abogado, su espíritu liberal lo forjó la lectura de los iluministas franceses y las cátedras de Francisco García Salinas y Francisco Severo Maldonado, director del primer periódico Insurgente: “El Despertador Americano”. La protección de la justicia contra excesos del Gobierno la inspiró, justo, su encarcelamiento arbitrario durante uno de los gobiernos de Santa Anna por oponerse a reinstalar la Constitución centralista de 1836. Una vida apasionante cortada prematuramente por el cólera: Mariano Otero y Mestas.