SANTUARIO DE LA ROSA MÍSTICA
Vivos aún los estertores de la guerra, de acuerdo a una tradición integrada a la fe de los habitantes de la provincia de Brescia, al norte de Italia, entre 1946 y 47 la Virgen María se hizo visible entre un armonioso conjunto de rosales a una humilde campesina llamada Pierina Gilli, cuya vida de oración y sacrificio había inspirado la beata María Crocifissa di Rosa, fundadora de la Orden las Hermanas Siervas de la Caridad.
El mensaje de la Madre de Dios reemitía a la campesina a vivir en la oración, el sacrificio y el sufrimiento, en expiación de los pecados de quienes, habiéndose consagrado a Cristo, traicionan su vocación haciéndose indignos de su ministerio sagrado, al revelar secretos de confesión. En el centro de la revelación estaba la simbología de las rosas, desde la época del papa Adriano VI símbolo del vínculo sagrado entre el penitente y el confesor. De hecho, este mando grabar en los confesionarios la flor de cinco pétalos al lado de la locución latina “sub”, que significa absoluto sigilo frente a lo revelado.
La Rosa Mística.
El signo se colocó en lo alto de la Catedral de Montichiari, erigida en el lugar donde aseguran se hizo presente la Virgen María. Desde la época en que los romanos tendían culto a Dionisio, los que se excedían en la ingesta de vino eran cubiertos con guirnaldas de rosas, en cuyo influjo, decían, los ebrios no revelarían sus recónditos secretos.