Maqueta de San Pedro

 

En el enjambre de tesoros de la ciudad del Vaticano se encuentra una maquete de su emblemática basílica dedicada al apóstol san Pedro. La pequeña muestra en madera, sin embargo, no se asemeja a la estructura actual de la iglesia católica mayor del planeta, lo que no desmerece su belleza y esplendor. De hecho, su confección tardó siete años y su costo se calcula en 4 mil 800 escudos, monto suficiente, entonces, para financiar una iglesia mediana.

La historia señala que, a la prematura muerte de Rafael, el genio al que se le encomendó originalmente la construcción, la estafeta pasó al arquitecto Antonio de Sangallo, conocido como el Joven, además de Baldassarre Peruzzi.

En el incierto del resultado final la Congregación de la Fábrica de San Pedro les encomendó crear una maqueta. En la presión para realizarla el papa Pablo III decreto la congelación de pagos a los constructores en tanto no entregaran lo solicitado. La tarea se alargó de julio de 1539 hasta finales de 1546. La muestra tuene una altura total de 4.68 metros y un ancho de 7.36.

El caso es que en lapso las obras se le encomendarían a Miguel Angel, quien modificó radicalmente el proyecto planteado por Sangallo. Aunque en sus notas calificó éste como “no feo”, lo ubicó como poco práctico y hasta peligroso, criticando el que tuviera una profusión de nichos y rincones oscuros y escondidos, opinando que podrían convertirse en guarida de ladrones y asesinos.

La maqueta, pues, quedó como pieza de museo.