ALEGORÍA FÚNEBRE
Entre el abanico de obras escultóricas que revisten el interior de la imponente basílica de San Pedro en el Vaticano resalta un monumento funerario a la memoria del papa Alejandro VII, realizado por Gian Lorenzo Bernini. El punto nodal es la figura arrodillada del pontífice en trance de oración sustentada en una gran base de mármol rojo del que emergen cuatro figuras femeninas: las virtudes teologales practicadas por el Santo Padre. Ahí, la Caridad cargando un niño; la Verdad, con uno de los pies descansando sobre el mundo. Se considera que el dedo gordo de éste, punzado por una espina, se posa sobre Gran Bretaña, simbolizando el sufrimiento pontificio por la expansión del anglicanismo. Más allá, también cinceladas en mármol blanco, se representan la Justicia y la Prudencia.
La alegoría se complementa con una cortina de mármol negro, en sinfonía cromática con el rojo, jaspe, verde y dorado del material adicional. De ésta emerge un esqueleto cuya cabeza apenas se adivina, como si se quisiera esconder o deshacerse de ella. La figura sostiene un reloj de arena, símbolo de la lenta pero inexorable extinción de la vida.
El conjunto está catalogado como o uno de los elementos más genuinos del barroco romano. Arte, símbolo y sentimiento.