El Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, mejor conocido como Tratado de Tlatelolco, surgió como respuesta a uno de los episodios más complejos de la Guerra Fría: “la crisis de los misiles” que, en 1962, volvía tangible la amenaza de un posible enfrentamiento directo, en el Mar Caribe, entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.

 

En este contexto, a iniciativa de México y, junto con él, Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador anunciaron, en 1963, su intención de convertir a América Latina en una zona libre de armas nucleares.

 

Así comenzaron las negociaciones internacionales que culminarían el 14 de febrero de 1967, cuando en la antigua sede de la Cancillería mexicana, ubicada en el barrio de Tlatelolco, se firmó el histórico Tratado.

 

Este acuerdo logró que América Latina y el Caribe fuera la primera región densamente poblada libre de armamento nuclear; lo que significa que los 33 Estados firmantes del Tratado se han comprometido a no desarrollar, producir, albergar, poseer, transferir ni emplear este tipo de armas de destrucción en masa.

 

El ejemplo del Tratado de Tlatelolco ha sido replicado en otras zonas de los cuatro puntos cardinales: en el Pacífico Sur, en el sudeste asiático, África y Asia Central.

 

En reconocimiento a este hito diplomático, el embajador Alfonso García Robles, quien encabezó los esfuerzos de México durante la negociación, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1982.