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Estimado señor Director Abel Murcia Soriano,

Distinguidos panelistas que nos acompañan

Queridos amigos de México,

Dziękuję za przybycie na dzisiejsze wyjątkowe wydarzenie (en polaco).

Es un honor para la Embajada de México conmemorar hoy a Carlos Fuentes, uno de los escritores más célebres de la historia literaria de Iberoamérica en ocasión de su décimo aniversario luctuoso. 

Quisiera agradecer la hospitalidad del Instituto Cervantes de Varsovia y, en especial, el apoyo de Abel Murcia para llevar a cabo este merecido homenaje. Esta es ya la tercera ocasión en el que tengo el honor de participar en un acto en el Instituto Cervantes a sólo 54 meses de haber llegado como Embajador de México a Polonia. Lo cual agradezco enormemente especialmente porque cada día me siento más en casa.

Agradezco a nuestros panelistas por su presencia el día de hoy en torno a la figura de Carlos Fuentes, a quien algunos tuvimos el honor de conocer, estimar y admirar. Gracias Marek Keller por acompañarnos esta noche.

Sin lugar a dudas, Carlos Fuentes dejó una profunda huella literaria en México y en todo el mundo. Fue un fenómeno de la novela mexicana y uno de los autores más prolíficos de la literatura latinoamericana.

Como sabemos, a la genialidad de Fuentes, se le sumó una infancia cosmopolita de los hijos de diplomáticos, desde su natal Panamá hasta Ecuador, Uruguay, Brasil, Chile y Estados Unidos. Estudió Derecho en México y en Suiza para luego dedicarse a su gran pasión, la literatura. El escritor señaló alguna vez lo que significaba escribir para él: “Comencé a escribir para vivir y ahora escribo para no morir.” 

Premio Miguel de Cervantes en 1987, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1994, Fuentes es reconocido a nivel mundial como uno de los más destacados escritores mexicanos y representante del llamado "boom latinoamericano", fenómeno literario, cultural y social que surgió entre los años 60 y 70, cuando las obras de escritores latinoamericanos fueron ampliamente leídas en todo el mundo.

 Carlos Fuentes construyó un estilo propio, una voz inigualable para crear universos paralelos muy asentados en la realidad que observaba y describía. La narrativa de Fuentes se concentra en una indagación sobre la apasionante historia y la polifacética identidad mexicanas que compartimos en gran medida toda la América latina. 

Además de la novela cultivó también el ensayo, el teatro y el guion cinematográfico.

Fuentes al recibir el Premio Cervantes refleja una armoniosa relación entre México y la patria de los escritores que escriben y piensan en español:

“México es mi herencia, pero no mi indiferencia; la cultura que nos da sentido y continuidad a los mexicanos es algo que yo he querido merecer todos los días, en tensión y no en reposo. Mi primer pasaporte -el de ciudadano de México- he debido ganarlo, no con el pesimismo del silencio, sino con el optimismo de la crítica. No he tenido más armas para hacerlo que las del escritor: la imaginación y el lenguaje. Son éstos los sellos de mi segundo pasaporte, el que me lleva a compartir este premio con los escritores que piensan y escriben en español”.

De esta manera, Carlos Fuentes contribuyó a la construcción de puentes inseparables de la literatura hispanoamericana con un profundo sentido de identidad nacional y, al mismo tiempo, con un espíritu universal propio de los grandes escritores. 

Además de su labor como literato, a lo largo de su vida Carlos Fuentes ejerció la docencia como profesor de literatura en diversas universidades mexicanas y extranjeras. 

Su intensa vida académica se resume con los títulos de catedrático en las universidades de Harvard y Cambridge, así como la larga lista de doctorados honoris causa.

Otro aspecto importante de su vida y que está íntimamente ligado a las funciones que ahora desempeño como Embajador de México, fue su labor como diplomático, al ser nombrado embajador de México en Francia entre 1972 y 1976.

Esta combinación entre literatura y diplomacia despertó en Fuentes un sentido de orgullo y de absoluta responsabilidad. 

Carlos Fuentes dijo una vez que “terminado, el libro empieza”. Esto nos recuerda que la lectura es uno de los actos más grandes e importantes de la vida. A pesar de diferentes situaciones políticas, sociales o económicas la lengua es el terreno común de nuestros encuentros y desencuentros.

No debemos de olvidar que lo que nos une a argentinos, chilenos, cubanos, españoles, mexicanos, peruanos, venezolanos es, precisamente, un idioma compartido.  

Nuestra cultura es dos cosas: peregrina y mestiza. Mezcla de muchas razas y culturas: ésta es la razón de su continuidad y su fuerza. Pero también fruto de muchos exilios, migraciones, trasiegos: éste es el impulso de su dolor, su coraje y su virtud.

Fuentes encara, asume, serena y nos da cátedra como nadie, de la concepción misma de “lo mexicano” y que se puede entender análogamente a “lo latinoamericano”.

Gracias a escritores como Carlos Fuentes la literatura en español ha encontrado un pasaporte mundial y, gracias a las traducciones de sus obras en numerosas lenguas extranjeras, cuenta con un gran número de lectores en todo el mundo.

Recordemos las palabras de Fuentes al recibir el Premio Príncipe de Asturias, cuando nos invitaba a la celebración de una cultura para el siglo nuevo: cultura de inclusiones, jamás de exclusiones; cultura que disminuya el imperio de la violencia y aumente el imperio de la paz, cultura, en fin, al servicio del valor supremo que es la continuidad de la vida en este planeta.

Fuentes señaló que América envía de regreso a España, desde el siglo XVI, las carabelas verbales para surcar un nuevo Mare Nostrum. Esto es lo que deseo que celebremos hoy al conmemorar la desaparición física de Carlos Fuentes, mexicano universal, cuya obra perdurará.

Gracias a todos ustedes por su presencia, esperamos disfruten este importante coloquio que estoy seguro disfrutaremos enormemente. 

Dziękuję bardzo